El distrito gay del Marais

¡ Bienvenido al Marais ! ¡ Bienvenido al París gay ! 

En los últimos 10 años, ha tenido lugar una revolución en el pacífico, elegante y burgués cielo parisino. París, que es una de las ciudades más visitadas del mundo, se ha convertido en una de las mayores urbes gay del mundo, y ha sido también la primera capital en elegir a un alcalde abiertamente homosexual en marzo de 2001, el cual fue reelegido en mayo de 2008con el 57% de los votos. El desfile del Orgullo gay en junio de 2010 reunió a casi 800.000 personas en las calles de la capital francesa. En una Francia que se está volviendo bastante conservadora, París sigue siendo una ciudad de libertad y tolerancia. El distrito gay, conocido como el Marais, está situado en el centro histórico. Es uno de los barrios que están más de moda y en el que vivir es muy caro. El valor de los bienes inmobiliarios se ha incrementado en un 100 % en los últimos 5 años, y el precio medio suele situarse entre 9.000 y 13 000 euros por metro cuadrado, alcanzando casi los precios de Nueva York. Es el lugar donde hay que estar y residir. Gracias a su mentalidad abierta hacia todos los visitantes extranjeros, París posee en este momento una de las más enormes escenas gay de Europa, con más de 300 lugares de ambiente para salir, cientos de bares y excelentes restaurantes, concentrados en particular en este precioso barrio que rezuma historia. Si no has estado nunca en París pero también si ya has estado antes, no estaría mal que te decidieras a visitar de nuevo la Ciudad de las Luces... Parismarais.com es la guía número uno para el Marais, realizada por auténticos parisinos... Es un inmenso placer para nosotros hacerte descubrir nuestra ciudad. 

SOBRE LA “GAY-OGRAFÍA” DE PARÍS

de Sylvain Gueho para la revista Sensitif (Sensitif.fr) 

“Marais” significa en español “pantano” y también “huerto”. No hay que creer que en este barrio parisino siempre estuvieron pululando los tíos buenos (que llevarse al huerto) y que fue el remanso de paz que conocemos hoy. Es en la década de los 80 que el barrio adopta realmente los colores tornasolados de la bandera arco iris. Sin embargo, los homosexuales no han esperado tanto tiempo para venir a vivir a París. El estereotipo según el cual los gays parisienses habían permanecido enterrados, avergonzados, invisibles y desdichados esperando el tan deseado momento que les permitiera ser visibles, corresponde poco con la realidad. El mundo gay no nace en el momento de los movimientos de afirmación y reivindicación de la década de los 70. Numerosos barrios parisinos han tenido en diferentes épocas el augusto honor de representar una referencia y ser nuestros lugares predilectos. Hagamos un salto en el tiempo y conozcamos cuál ha sido la geografía de la homosexualidad en París a través de la historia. 

 

A principios del siglo XX, en una época en que los médicos fustigan la homosexualidad, que consideran como una enfermedad mental, aparecen en París numerosos lugares de “sociabilidad” homosexual. Bares, salas de baile y burdeles de ambiente completan los diversos lugares de encuentro al aire libre ya existentes. Estos lugares son un modo de resistencia frente al orden social y a una cierta represión policial, ya que cuentan con la ventaja de ofrecer un marco protegido. Sin embargo, los establecimientos no se concentran en un solo barrio, aunque en su mayoría se sitúan en los distritos II y IX. 

 

En el periodo de entreguerras los barrios de Montmartre y Pigalle toman un lugar preponderante en la geografía de los lugares gay, aunque hay muchos otros locales y lugares de encuentro dispersados por toda la capital. Cabe decir que el periodo llamado muy oportunamente les “années folles”, los “años locos”, brinda a los homosexuales una relativa libertad y ve aparecer lugares adaptados a sus ceremonias desenfrenadas. El famoso baile del Magic City, llamado “baile de los invertidos”, en la calle Cognacq-Jay en el distrito VII, o el baile de la montaña Sainte-Geneviève, en la calle que lleva el mismo nombre en el distrito VI, conocido con el expresivo nombre de “baile de los sarasas”, son emblemáticos de este periodo. París canta, París baila, y los gays participan a la fiesta.
La Segunda Guerra Mundial pone un término a esta expansión de los lugares de ambiente. La clandestinidad se impone. Aunque durante la Ocupación ciertos teatros de variedades y cabarés continúan sus actividades, los gays prefieren ir a ligar a otros lugares como los servicios públicos. Pero incluso estos pocos espacios de libertad desaparecen con la adopción, el 6 de agosto de 1942, de una ley de represión homófoba.

El final de la guerra no conlleva desgraciadamente la bocanada de oxigeno que los gays han estado esperando. La ley que citamos anteriormente continua vigente, no es abolida, y los discursos médicos acerca de la homosexualidad rivalizan en imaginación para hacer que se encierre a los homosexuales en los manicomios.

Una cierta liberación hace su aparición en la década de los 60. El barrio de Saint-Germain-des-Prés se convierte en el centro neurálgico de la vida intelectual y cultural parisina; filósofos, autores, actores y músicos se codean y se mezclan en los clubes, los bares o el emblemático drugstore. Los gays no se quedan atrás, también quieren aprovechar este espacio de libertad, siendo los precursores de la “actitud bohemia”. Los maricas afluyen al Café de Flore así como al drugstore. Con todo, estos establecimientos continúan siendo lugares heteros, que hoy calificaríamos de amigos de los gays. Sin embargo, es al otro lado del Sena que un embrión de barrio gay empieza a emerger. La calle Sainte-Anne concentra los clubes privados, saunas y primeros bares oficialmente de ambiente. El Pimm’s, el Colony, el Sept, tantos nombres míticos y precursores que atraen tanto a los homos meros ciudadanos de a pie como a las élites intelectuales de la época, los artistas y la jet parisina de aquella época. ¡Es tan chic y rebelde regodearse en la depravación de los lugares gays! Ciertos lugares toleran a los heteros mientras que otros están exclusivamente reservados a los gays. Es el caso del premier puticlub de ambiente de la capital, el Bronx, una pequeña revolución que atrae la curiosidad insaciable de ciertos heterosexuales dispuestos a todo para ver qué ocurre detrás de la puerta. Se dice que Jane Birkin, acompañada de Serge Gainsbourg, se disfrazó de chico para entrar.

Durante unos veinte años, los gays se diseminan a ambos lados del Sena, que el puente del Carrusel enlaza; este lugar, así como las terrazas y bosquecillos del jardín de las Tullerías, se convierten en lugar de ligue al aire libre, y lo han sido hasta nuestros días.

A principios de la década de los 80, dos acontecimientos van a modificar completamente este equilibrio geográfico: la despenalización de la homosexualidad y la renovación del barrio de les Halles en el centro de París. ¿Son las empalizadas metálicas que rodean las obras y la posibilidad de tener un rollo con un obrero o más bien el hecho de que este barrio en evolución ofrece posibilidades de alojamiento a precios económicos lo que va a atraer a los gays al centro? Una cosa es segura, el barrio está cambiando y ¡sería lástima no aprovecha esta oportunidad! Dos clubes van propulsar el barrio a la estratosfera de la homosexualidad afirmada: el Haute Tension, en la calle Saint-Honoré, y el Broad, en la calle de la Ferronnerie. Estos clubes simbolizan la modernidad de la vida de los gays y dejan completamente anticuados los clubes de Saint-Germain y de la calle Sainte-Anne. La competencia es dura, pero un viejo adagio gay dice que ¡todo lo que es duro es bueno! Tras la despenalización, otros lugares gay aparecen, como el Club, en la calle Saint-Denis. Asimismo, en el cercano barrio del Marais, que también está en plena renovación, empiezan a implantarse numerosos bares gay, aprovechándose del hecho de que los precios de los locales comerciales son muy asequibles. Los pioneros se llaman el Village o el Central. Se establece un nuevo equilibrio que viene reemplazar el antiguo eje Saint-Germain/Palais-Royal, y es la calle Rambuteau que sirve de transición entre el barrio de les Halles y el Marais.

Les Halles no son desgraciadamente un remanso de paz para los homosexuales: no solo el barrio no presenta el más mínimo interés a nivel arquitectónico, pero además este nuevo barrio atrae a personas un poco estrechas de miras en lo que a las cuestiones de libertad y comportamiento sexual se refiere. Al terminarse las obras de renovación, los homosexuales prefieren retirarse al barrio histórico del Marais, donde ciertos bares y clubes de ambiente empiezan a gozar de mucho éxito.
A la diferencia de los barrios en que los gays se habían instalado antes, y porque los tiempos cambian, diferentes lugares de ambiente se abren a la ciudad, y ya no se esconden detrás de puertas con mirillas sino que se muestran a la vista de todos. Es el comienzo de la inserción de la vida homosexual en la vida cotidiana. Por imitación, y gracias a la urbanización, nuevos establecimientos se instalan alrededor de les Halles en la década de los 90. La transformación del barrio de Montorgueil en zona peatonal (que tenía como objetivo expulsar a los mayoristas de la zona) permite a los gays (o, al menos, a aquellos que disponen de un cierto poder adquisitivo) instalarse allí, lo que conlleva una nueva rehabilitación del barrio.
 

Aunque muy criticado y a menudo acusado de fomentar el comunitarismo, el barrio del Marais propone un espacio en que los gays pueden vivir y divertirse. Tiene además una función particular: ser un escaparate que atrae las miradas, tanto las de los heteros como las de los homos. Con todo, se trata solo de la punta visible del iceberg, ya que la capital encierra muchos otros lugares a los que los gays van.